En una noche serena, con la brisa del mar susurrando palabras de amor, Moisés organizó una cena romántica a la orilla de la playa. Un camino de pétalos de rosas marcaba el sendero hacia una mesa decorada con velas y luces tenues, creando una atmósfera de ensueño.

Silvia, con el corazón rebosante de alegría, no sospechaba la sorpresa que la esperaba. Disfrutaban de la cena, conversando y compartiendo risas, mientras la luna iluminaba el cielo nocturno.

Moisés se puso de pie, tomó la mano de Silvia y la miró a los ojos con una intensidad que la conmovió hasta el alma. Con palabras llenas de amor y emoción, le expresó lo importante que era ella en su vida, cómo la veía como su compañera ideal para construir un futuro juntos.

Finalmente se arrodilló frente a Silvia y, con un anillo de compromiso brillando en su mano, le hizo la pregunta que cambiaría sus vidas para siempre: “¿Quieres casarte conmigo?”.

Las lágrimas de felicidad inundaron los ojos de Silvia al escuchar la tan esperada pregunta. Sin dudarlo un instante, pronunció un “sí” rotundo que resonó en el corazón de ambos.